APRENDE LA MEJOR TÉCNICA PARA COMPARTIR ATRIL EN DOBLAJE Y LOCUCIÓN
¿Sabéis cuál es uno de los momentos que más disfrutamos los actores de doblaje y locutores? Trabajar acompañados en el atril. La buena compañía siempre se agradece, sobre todo en estos tiempos en que los ritmos de producción nos han condenado a la soledad. En LA HABITACIÓN CON UNA CAMA, en ocasiones, nos revelamos contra la grabación en bandas y practicamos una técnica de doblaje mucho más divertida: la coreografía de atril. Los alumnos de nuestra escuela de doblaje y locución son grandes expertos en estos pasos. ¿Os gustaría aprenderla?
En primer lugar, tenemos el trenecito del amor. Bautizado así por el director y actor de doblaje Jessie Martínez y que, como su propio nombre indica, consiste en ponernos unos detrás de otros, dejando el micrófono a nuestro lado derecho. Una postura óptima si somos muchos los que tenemos que intervenir. Cuando llegue nuestro turno, sacamos la pierna derecha y nos acercamos al micrófono, con la misma delicadeza que lo haría una bailarina de ballet (y no un orco huyendo de la batalla). El objetivo es no hacer ruido con los pies. Nosotros somos actores de tobillos para arriba, nada de taconeos innecesarios.
¿Y a quién dejamos en medio de nuestro trenecito? En esta profesión existe una regla no escrita: el centro está reservado para quien tenga más texto o más takes. Así de sencillo. De esta forma facilitamos a esta persona los movimientos hacia el micrófono.
Siempre hay que dejar sitio al compañero. Eso sí, del mismo modo que hemos sido respetuosos con ellos cuando les ha tocado, en nuestro turno debemos reivindicar nuestro papel protagonista. Para ello aplicamos una gran frase que nos dejó Jessie Martínez cuando vino a impartir un curso a nuestra escuela de doblaje y locución en Gijón: “en el atril hay que ser generosos con el compañero y egoístas con nuestra voz”.
Después de todo, nuestra voz es la que cuenta. Por eso es tan importante ser conscientes de la presencia que tiene ante el micrófono y posicionarnos en el atril en función de este requisito. Tenemos que conocer nuestra voz y saber si tenemos que pegarnos al micrófono o alejarnos de él si queremos dominar la técnica del doblaje.
Y nada de hablar en movimiento. Eso es un error de novatos. Hasta que no nos colocamos en nuestro sitio, no emitimos ningún sonido. Tampoco podemos pisar nunca a nuestros compañeros, por lo que las intervenciones deben ser ágiles y rápidas e intentar entrar con suavidad.
Con estas pautas ya os podréis defender cuando os toque trabajar en grupo. Es cierto que será en contadas ocasiones, pero a veces por falta de tiempo, los estudios no pueden permitirse la grabación en bandas y así dos actores tienen la oportunidad de trabajar codo con codo y reavivar esa magia que tanto nos gusta de este trabajo.
Y tampoco podemos olvidar las convocatorias de ambientes. En estos casos, somos tantos que nos colocamos en un semicírculo ante el atril, así tipo coro, donde el director con su batuta guía nuestras intervenciones. Estas convocatorias tienen su propia coreografía que ya os desvelaremos más adelante. Tampoco os lo podemos contar todo el primer día, ¿verdad?
Esperemos que estos pasos de baile y consejos os resulten útiles cuando os toque compartir atril. Un momento con el que disfrutaréis. Aunque al limitar nuestro espacio también se limitan nuestros movimientos y nos puede llevar a una rigidez nada deseable, pues ya sabéis que con la energía del cuerpo generamos voz. Pero, ¡que no cunda el pánico! PRÓXIMAMENTE en el blog de nuestra escuela de locución y doblaje en Asturias, os mostraremos nuevas técnicas para enfrentaros a este problema. Entretanto, a practicar lo aprendido a ritmo de vals: Un, dos, tres… Un, dos, tres…