LOCUCIONES CON “VOZ DE LETRA” O CON “TONO CATEDRÁTICO” SON SÓLO ALGUNOS EJEMPLOS DE LAS INSÓLITAS PROPUESTAS DE LOS CLIENTES
Pero, ¿qué narices me está pidiendo? Confesad, locutores y locutoras, cuántas veces a lo largo de vuestra carrera os habéis formulado esta pregunta mientras el cliente o el creativo os dan indicaciones de cómo debéis hacer una locución. Exacto. Nos referimos a esos días en los que la sala de grabación se convierte en una Torre de Babel donde cada uno habla su propio idioma. Que si házmelo más azul, que si dame un tono más cercano o ponle olor a mar. Peticiones peliagudas que nos dejan con cara de póquer y que hoy recopilamos en este post con ayuda de algunos de nuestros profesores, que nos han contado sus experiencias más raras. ¿No os morís de curiosidad?
En una ocasión, a nuestra profesora, la actriz de doblaje y locutora Coral Balas, no le quedó otra que ponerse en “modo letra”. “Para la web interna de una empresa me dijeron que tenía que poner voz de letra. Cada letra tenía una personalidad muy definida y aunque al principio esta idea me dejó a cuadros, reconozco que quedó super gracioso”, nos cuenta.
Y de una inocente letra pasamos a unas locuciones más subidas de tono. Ha llegado el momento de hablar de sexo. ¡Que sí! que ya sabemos que da mucho juego, pero también es una fuente de aprietos para los que trabajamos en este noble oficio. Y si no, que se lo pregunten a otra de nuestras profes, Elena Silva, cuando tuvo que enfrentarse a la ardua tarea de doblar una felación que apenas se percibía en la pantalla.
Qué guerra nos dan estos sonidos que, al margen de su credibilidad interpretativa, deben entrar en boca (y que nadie piense mal). Bendita tecnología que nos ha facilitado la sincronía en nuestras locuciones, pero ¿qué pasaba antes? El gran Salvador Aldeguer nos cuenta en Anécdotakes cómo un orgasmo a destiempo obligó a repetir un take. La actriz había llegado al clímax un segundo adelantada. ¡Y esto no podía ser! En su libro le dedica un capítulo a esas “peticiones imposibles” que nos vuelven locos.
Vamos con una made in LA HABITACIÓN CON UNA CAMA. Una vez hicimos una convocatoria bajo la supervisión de tres personas, una de ellas intervenía a través de Skype. Lo que este miembro no sabía es que, mientras él hacía sus aportaciones, los otros dos nos hacían señas para que le ignorásemos. De traca, ¿verdad? Menos mal que no habíamos conectado la webcam. Al final, esta diferencia de criterios se solventó con votaciones al más puro estilo de Eurovisión.
En otra ocasión, tocaba locutar un texto en el estudio sobre el proceso de preparación de la carne en un matadero. Sí, os podéis imaginar lo agradable del asunto. Pues el cliente, tras una primera escucha, quería ir más allá y pidió repetir la locución enterita, ¡pero con mucha sonrisa! Y tocó hablar de despiece, sangre y degüelle sonriendo, como un buen psicópata limpiando sus cuchillos tras perpetrar un crímen.
Cuando la carne llega a la mesa también hay que hacer publicidad, así que una conocida marca de comida rápida necesitaba una voz para su nuevo spot de TV. Pensaréis que ahora haríamos una locución sonreída y amable, ¿verdad? Pues todo lo contrario. Este nuevo cliente, tras varias tomas, quería un tono “más catedrático”. Así, sentando cátedra, nos quedamos perplejos y el cliente encantado.
A final, todo es más sencillo de lo que parece y cuando el cliente nos pide una locución tirada, fresca o catedrática, automáticamente interpretamos su significado. Para lograr esa intención jugamos con el tamaño de la boca, la distancia respecto al micro, la actitud, las pausas y los acentos.
Y a vosotros, ¿qué es lo más raro que os han pedido?